Si la última foto hubiese ocupado el cuarto lugar, Bernard me contaría una historia genial.
La historia de alguien que se puso sus mejores galas para acudir a una fiesta de la que se ha enterado pero a la que sin embargo no está invitado. Traspasó esa primera puerta con aires y luz de "detras de este tabique no pasa nada" para poder descubrir una sala de columnas e imágenes caleidoscópicas. Tras caminar con los brazos en la zona lumbar y con mirada pícara y curiosa, descubriría una segunda puerta junto al extintor de la sala 4. Nueva puerta y nuevo espacio. Ambientada en una casa que le recordaba tremendamente a la de su tía-abuela, sorteó los muebles y los gatos que andaban sueltos, para por fin, cruzar la esquina izquierda del pasillo central y encontrar, en silencio y en una atmósfera embriagadora, un grupo de chicos hablando pausadamente al son de una canción de José González. Sin saber muy bien porqué, era consciente de que aquella gente le resultaba familiar. Gestos y muecas de agrado e ilusión. Miró a su alrededor y decidió re-observar la escena: Las figuras, antes grises y envueltas en un ambiente espesamente blanquecino, se transformaron en cuerpos oscuros, que llegaban incluso a confundirse con sombras bajo un humo cada vez más negro.
4 comentarios:
Si la última foto hubiese ocupado el cuarto lugar, Bernard me contaría una historia genial.
La historia de alguien que se puso sus mejores galas para acudir a una fiesta de la que se ha enterado pero a la que sin embargo no está invitado.
Traspasó esa primera puerta con aires y luz de "detras de este tabique no pasa nada" para poder descubrir una sala de columnas e imágenes caleidoscópicas. Tras caminar con los brazos en la zona lumbar y con mirada pícara y curiosa, descubriría una segunda puerta junto al extintor de la sala 4.
Nueva puerta y nuevo espacio. Ambientada en una casa que le recordaba tremendamente a la de su tía-abuela, sorteó los muebles y los gatos que andaban sueltos, para por fin, cruzar la esquina izquierda del pasillo central y encontrar, en silencio y en una atmósfera embriagadora, un grupo de chicos hablando pausadamente al son de una canción de José González.
Sin saber muy bien porqué, era consciente de que aquella gente le resultaba familiar. Gestos y muecas de agrado e ilusión.
Miró a su alrededor y decidió re-observar la escena: Las figuras, antes grises y envueltas en un ambiente espesamente blanquecino, se transformaron en cuerpos oscuros, que llegaban incluso a confundirse con sombras bajo un humo cada vez más negro.
Besos mi niño!
me gusta la relación de la gente con los espacios.
Me gustan las propuestas visuales que compartes.
Tomàs
Muchas gracias a los 3 por vuestros comentarios!
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